Cientos de peces muertos muestran el abandono del azud de Riolobos
La mala calidad del agua dificulta la oxigenación para la vida acuática
TRISOL
El azud de Riolobos agoniza y en los últimos días sus orillas están
plagadas de cientos de peces muertos, una prueba más del grave abandono
de este humedal que llegó a estar considerado como uno de los más importantes de
toda la región.
La inexistencia de aportes artificiales de agua, prácticamente la única forma posible de afluencia de agua al embalse, da lugar a una importante pérdida de calidad de la misma lo que deriva en una falta de oxigenación que produce la muerte de las especies acuáticas. El último rellenado de agua en Riolobos se produjo al final de verano del 2004 y desde entonces su condena a muerte no ha hecho más que acelerarse sin que se tomen medidas para salvarlo.
Riolobos llegó a albergar más de 10.000 aves acuáticas y expertos en ornitología clasificaron hasta 225 especies diferentes, habiéndose reconocido como uno de los 100 mejores lugares de España para ver aves, hoy día prácticamente inexistentes. El olvido en el que a duras penas sobrevive este azud está privando, además, a los municipios próximos de un recurso cultural y turístico de primera clase, generador potencial de actividad económica para la comarca. Este es el caso de Campo de Peñaranda, localidad que cuenta incluso con un moderno albergue orientado a los visitantes del humedal y a los aficionados a la ornitología que organizaban frecuentemente jornadas de avistamiento en Riolobos. “Resulta lamentable ver cómo está ahora el azud y que nadie tome cartas en el asunto para solucionarlo porque es una pena que lo hayan abandonado y apenas quede ya nada de lo que fue”, afirma Luis Pinto, regidor de esta localidad.
La Confederación Hidrográfica del Duero no ofrece ningún tipo de información ni novedad sobre sus planes para el azud ni sobre una posible aportación de agua desde el pantano de Santa Teresa que pudiera aliviar esta degradación ecológica.
lagacetadesalamanca.es
La inexistencia de aportes artificiales de agua, prácticamente la única forma posible de afluencia de agua al embalse, da lugar a una importante pérdida de calidad de la misma lo que deriva en una falta de oxigenación que produce la muerte de las especies acuáticas. El último rellenado de agua en Riolobos se produjo al final de verano del 2004 y desde entonces su condena a muerte no ha hecho más que acelerarse sin que se tomen medidas para salvarlo.
Riolobos llegó a albergar más de 10.000 aves acuáticas y expertos en ornitología clasificaron hasta 225 especies diferentes, habiéndose reconocido como uno de los 100 mejores lugares de España para ver aves, hoy día prácticamente inexistentes. El olvido en el que a duras penas sobrevive este azud está privando, además, a los municipios próximos de un recurso cultural y turístico de primera clase, generador potencial de actividad económica para la comarca. Este es el caso de Campo de Peñaranda, localidad que cuenta incluso con un moderno albergue orientado a los visitantes del humedal y a los aficionados a la ornitología que organizaban frecuentemente jornadas de avistamiento en Riolobos. “Resulta lamentable ver cómo está ahora el azud y que nadie tome cartas en el asunto para solucionarlo porque es una pena que lo hayan abandonado y apenas quede ya nada de lo que fue”, afirma Luis Pinto, regidor de esta localidad.
La Confederación Hidrográfica del Duero no ofrece ningún tipo de información ni novedad sobre sus planes para el azud ni sobre una posible aportación de agua desde el pantano de Santa Teresa que pudiera aliviar esta degradación ecológica.
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